sin permiso alguno
y sin promesa de volver
de cuando me fie más en rezar a una virgen
que en quien me crió
del pestillo sin echar por estar destrozado
del vestido mal puesto por las prisas
de no asombrarme al verme otra vez
con prisas de desahogarme para llenarme de valentía
y de lo que me enseñó; ser otra vez
una obligada noctámbula
de que esa vez no fue la última, y quizás no haya sido aun
y del sentimiento que el terror nos da,
el sentimiento que solo impulsa a correr
en dirección opuesta
No hay comentarios:
Publicar un comentario